martes, 24 de marzo de 2009

¡Vivan los novios!

El pasado 14 de marzo, una de mis mejores alumnas, Prachi, contrajo matrimonio con su novio español, Jaime, por el rito hindú. Un enlace que trasciende todo tipo de barreras y fronteras físicas y culturales, y que no sólo supuso la unión entre dos personas, sino también entre sus respectivas culturas y costumbres. Tengo que agradecer desde aquí a la pareja por haberme invitado y hacerme partícipe de tan importante evento

Ya había estado en parte de algunas bodas (sin contar aquella en la que me colé con los del Canal Sur), pero esta ha sido la primera a la que he estado presente desde el inicio hasta el final. El dia anterior a la ceremonia religiosa, tuvo lugar una fiesta de recepción con todos los invitados, gran parte de ellos de otros países, no sólo de España, sino también de Inglaterra, Alemania, e incluso un representante de Cabo Verde, que se marcó un cantecito. Por supuesto, no faltaron los bailes y coreografías a lo Bollywood, y además un poquito de flamenco. Extraordinaria combinación multicultural.

A la mañana siguiente, a eso de las 6 y media de la mañana empezaba la ceremonia, en la terraza del templo, con el recibimiento del novio por parte de su suegro, el cual da la bienvenida al primero colocándole el imprescindible tilak en la frente y lavándole los pies con agua de coco. A partir de este momento, tienen lugar una serie de pasos y rituales, cada uno con su significado filosófico y espiritual. En total hay unos 20, pero voy a intentar resumir en grandes rasgos aquellos más significativos.




Uno de los dos pavos reales que deambulaban por el recinto a esas horas de la mañana

Una vez que el novio deja el mandap (el tenderete donde se realiza todo el procedimiento), tiene lugar el Jhiya Adhibasa, ritual entre la novia y su padre, en el que se prepara a la futura esposa para el matrimonio. Aquí se rocía a la afortunada con sándalo, flores y cúrcuma, un tipo de especia, que simboliza la prosperidad, salud y el conocimiento. Al mismo tiempo, cuatro brahmanes, uno en cada esquina del mandap, portan un hilo sagrado, que es atado finalmente en los brazos de la novia.




Al fondo, una mujer toca la caracola, para así espantar a los malos espíritus.

El siguiente paso es el Pua Adhibasa, donde se llevan a cabo los mismo rituales que en el paso anterior, pero esta vez es el novio quien, acompañado de su padre, recibe los diferentes elementos. Mientras tanto, la novia permanece en otra habitación, rezando por una larga vida para su futuro marido, portando en su mano un puñado de sal, que más tarde arroja a éste.




El madrugón comenzaba a hacer estragos

Hasta este momento, la pareja no puede mirarse a los ojos. Esto ocurre por fin en el Dwtiya Barana, donde los dos son adornados con una especie de corona, simbolizando la unión entre el dios Vishnu y la diosa Laxmi. Es aquí cuando comienza el matrimonio propiamente dicho. En primer lugar, el novio extiende su mano para pedir la de la novia, se le echa una especie de azúcar encima, y a continuación ella coloca su mano sobre la de su futuro esposo. Luego, se liga ambas manos con una cuerda de flores, haciendo un nudo, el cual sólo podrá ser desatado por la hermana menor de la novia, una vez que el matrimonio se haga oficial.



Durante estos instantes el sacerdote y familiares cercanos cantan himnos para invocar la bendición de los dioses, y realizan ofrendas al fuego sagrado. Mientras, el novio coloca diversos adornos a la novia, como pulseras, collares y otros ornamentos. En un determinado momento, la pareja se levanta y da cuatro vueltas alrededor del mandap. Las tres primeras simbolizan el deber, la prosperidad y el trabajo, y es la mujer la que va delante, y en la última vuelta, que representa los oficios religiosos, es el hombre el que va a la cabeza.







El momento cumbre de la ceremonia es el Satapadi, en el que los novios tienen que hacer siete juramentos, representados por siete pasos:
- El primero para alimentarse el uno al otro.
- El segundo para crecer juntos con fuerza.
- El tercero para preservar su riqueza.
- El cuarto para compartir sus penas y alegrías.
- El quinto para cuidar de sus hijos y sus familias.
- El sexto para estar siempre juntos.
- El séptimo y último, para permanecer como amigos durante toda la vida y ser dos mitades perfectas que formen un perfecto todo.
Tras estos juramentos, se declara a la pareja oficialmente marido y mujer, ea, cualquiera los separa ahora.



Pero cuando ya la mayoría de los asistentes pensábamos que todo había concluido, aun quedaban algunos rituales más. En total fueron como unas 6 horas de boda o así, lo que da una idea de como los indios valoran y respetan la institución del matrimonio. Yo respeto y me parece magnifico toda esta serie de rituales, y la verdad es que fue todo bastante interesante, colorido y entretenido, pero creo que si hubieran quitado 3 horas de boda tampoco hubiera estado mal, todo sea dicho.

Para terminar, agradecer una vez más a los recién casados su invitación, y desearles el mejor de los futuros en esta extraordinaria aventura que van a emprender juntos. Nos volveremos a ver por Eritrea, quien sabe cuando, os tomo la palabra. ¡Vivan los novios!

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