sábado, 28 de marzo de 2009

El templo de Laxminarayan

En los casi 6 meses que llevó ya aquí, aun no he me ha dado tiempo de disfrutar de todo lo que ofrece al viajero la ciudad de Delhi, un abanico de lugares interesantes a los que acudir, más allá del caos, la polución, el tráfico y la masificación. Uno de estos sitios lo descubrí hace unos días, durante mi día libre semanal. Se trata del templo de Laxminarayan, también conocido como Birla Mandir (templo de los Birla), en honor de una de las familias más poderosas de la India, que desde 1938 vienen aportando parte de sus beneficios al mantenimiento y preservación de este lugar.

El templo está dedicado al dios Vishnu, el preservador, y a su esposa Lakshmi, diosa de la riqueza. Es uno de los más populares de la ciudad, y destaca especialmente por su maravillosa arquitectura y ornamentación, tanto dentro como fuera.


Vista exterior

El conjunto se compone de un templo central, el dedicado a Vishnu y Lakshmi, y otros cuatro templetes más pequeños dedicados a otras deidades. Destaca el rincón en el que se halla una estatuilla de Lord Krishna, rodeado de espejos, donde se puede uno observar desde todos los ángulos y, de paso, darse cuenta como va clareando la coronilla.
En general, merece la pena detenerse un rato en las diferentes capillas, sentarse en el suelo relajadamente y disfrutar del instante, en una atmósfera apacible.
La única pega es que no se puede hacer fotos en el interior, pero bueno, esto es algo habitual en casi todos los templos hinduistas.



Justo detrás del templo hay unos jardines, decorados con diversas figuras de cartón piedra, que representan a algunos animales, bancos en los que sentarse a leer o, simplemente, a pensar en las musarañas, y un estanque que en su día debía de tener agua.




A este oso se le ve a la legua que quiere tema


Que cosa tan bizarra

Por lo que se refiere a mi rutina diaria, en estos días lo único que acapara mi mente es mi inminente viaje a Estambul, y todo lo que éste implica, dentro de tan sólo 10 días. Aparte, llevo desde que volví de Rajasthan yendo a correr a un parquecillo por las tardes, para liberar un poco de endorfinas, y de paso coger fondo, que falta me va a hacer :) Las clases siguen viento en popa, los alumnos se lo pasan pipa, y yo con ellos. Y para culminar este buen momento, ayer me comí mi primer mango de la temporada... que delicia chavales!!

martes, 24 de marzo de 2009

¡Vivan los novios!

El pasado 14 de marzo, una de mis mejores alumnas, Prachi, contrajo matrimonio con su novio español, Jaime, por el rito hindú. Un enlace que trasciende todo tipo de barreras y fronteras físicas y culturales, y que no sólo supuso la unión entre dos personas, sino también entre sus respectivas culturas y costumbres. Tengo que agradecer desde aquí a la pareja por haberme invitado y hacerme partícipe de tan importante evento

Ya había estado en parte de algunas bodas (sin contar aquella en la que me colé con los del Canal Sur), pero esta ha sido la primera a la que he estado presente desde el inicio hasta el final. El dia anterior a la ceremonia religiosa, tuvo lugar una fiesta de recepción con todos los invitados, gran parte de ellos de otros países, no sólo de España, sino también de Inglaterra, Alemania, e incluso un representante de Cabo Verde, que se marcó un cantecito. Por supuesto, no faltaron los bailes y coreografías a lo Bollywood, y además un poquito de flamenco. Extraordinaria combinación multicultural.

A la mañana siguiente, a eso de las 6 y media de la mañana empezaba la ceremonia, en la terraza del templo, con el recibimiento del novio por parte de su suegro, el cual da la bienvenida al primero colocándole el imprescindible tilak en la frente y lavándole los pies con agua de coco. A partir de este momento, tienen lugar una serie de pasos y rituales, cada uno con su significado filosófico y espiritual. En total hay unos 20, pero voy a intentar resumir en grandes rasgos aquellos más significativos.




Uno de los dos pavos reales que deambulaban por el recinto a esas horas de la mañana

Una vez que el novio deja el mandap (el tenderete donde se realiza todo el procedimiento), tiene lugar el Jhiya Adhibasa, ritual entre la novia y su padre, en el que se prepara a la futura esposa para el matrimonio. Aquí se rocía a la afortunada con sándalo, flores y cúrcuma, un tipo de especia, que simboliza la prosperidad, salud y el conocimiento. Al mismo tiempo, cuatro brahmanes, uno en cada esquina del mandap, portan un hilo sagrado, que es atado finalmente en los brazos de la novia.




Al fondo, una mujer toca la caracola, para así espantar a los malos espíritus.

El siguiente paso es el Pua Adhibasa, donde se llevan a cabo los mismo rituales que en el paso anterior, pero esta vez es el novio quien, acompañado de su padre, recibe los diferentes elementos. Mientras tanto, la novia permanece en otra habitación, rezando por una larga vida para su futuro marido, portando en su mano un puñado de sal, que más tarde arroja a éste.




El madrugón comenzaba a hacer estragos

Hasta este momento, la pareja no puede mirarse a los ojos. Esto ocurre por fin en el Dwtiya Barana, donde los dos son adornados con una especie de corona, simbolizando la unión entre el dios Vishnu y la diosa Laxmi. Es aquí cuando comienza el matrimonio propiamente dicho. En primer lugar, el novio extiende su mano para pedir la de la novia, se le echa una especie de azúcar encima, y a continuación ella coloca su mano sobre la de su futuro esposo. Luego, se liga ambas manos con una cuerda de flores, haciendo un nudo, el cual sólo podrá ser desatado por la hermana menor de la novia, una vez que el matrimonio se haga oficial.



Durante estos instantes el sacerdote y familiares cercanos cantan himnos para invocar la bendición de los dioses, y realizan ofrendas al fuego sagrado. Mientras, el novio coloca diversos adornos a la novia, como pulseras, collares y otros ornamentos. En un determinado momento, la pareja se levanta y da cuatro vueltas alrededor del mandap. Las tres primeras simbolizan el deber, la prosperidad y el trabajo, y es la mujer la que va delante, y en la última vuelta, que representa los oficios religiosos, es el hombre el que va a la cabeza.







El momento cumbre de la ceremonia es el Satapadi, en el que los novios tienen que hacer siete juramentos, representados por siete pasos:
- El primero para alimentarse el uno al otro.
- El segundo para crecer juntos con fuerza.
- El tercero para preservar su riqueza.
- El cuarto para compartir sus penas y alegrías.
- El quinto para cuidar de sus hijos y sus familias.
- El sexto para estar siempre juntos.
- El séptimo y último, para permanecer como amigos durante toda la vida y ser dos mitades perfectas que formen un perfecto todo.
Tras estos juramentos, se declara a la pareja oficialmente marido y mujer, ea, cualquiera los separa ahora.



Pero cuando ya la mayoría de los asistentes pensábamos que todo había concluido, aun quedaban algunos rituales más. En total fueron como unas 6 horas de boda o así, lo que da una idea de como los indios valoran y respetan la institución del matrimonio. Yo respeto y me parece magnifico toda esta serie de rituales, y la verdad es que fue todo bastante interesante, colorido y entretenido, pero creo que si hubieran quitado 3 horas de boda tampoco hubiera estado mal, todo sea dicho.

Para terminar, agradecer una vez más a los recién casados su invitación, y desearles el mejor de los futuros en esta extraordinaria aventura que van a emprender juntos. Nos volveremos a ver por Eritrea, quien sabe cuando, os tomo la palabra. ¡Vivan los novios!

sábado, 21 de marzo de 2009

El programa

Si recordáis, a finales de enero, el programa de Canal Sur 2, Andaluces por el mundo, realizó un programa dedicado a los andaluces que vivimos en Delhi. Hace unas semanas que el programa se emitió, pero hasta ahora no he podido tener en mis manos la copia del reportaje, que en este espacio os muestro a todos aquellos que por uno u otro motivo no pudieron presenciarlo en televisión.

Aquí os dejo 6 historias, a cual más interesante, donde podréis conocer, no sólo detalles de la vida y experiencia de estas 6 personas en un país como la India, sino también, diversa información del país, su cultura y sus costumbres. Un documento magnífico que me sirve de genial complemento para este blog, que mejor forma de ilustrar todo esto que estoy viviendo a través de estas historias, con muchos puntos comunes, algunos de los cuales ya he ido contando anteriormente.

He puesto también el enlace, porque no estoy seguro de si van a salir los videos aquí en el blog, creo que va a haber problemas(gracias Google, y también a Youtube por no dejarme colgar los videos, sois estupendos). Si por casualidad hubiera algún informático espabilado dispuesto a echarme un cable, se lo agradecería de verdad. Que lo disfrutéis:

Anabel, de Córdoba, paisana, 38 años. De compras por las calles de Delhi, visitando también otros lugares emblemáticos de la ciudad, como la tumba de Humayun y el templo del loto.



http://video.google.com/videoplay?docid=3960018357950582311

Patricia, sevillana, 35 años. En este caso, vais a poder disfrutar del Taj Mahal, el monumento más representativo de la India (al que ya tardo en ir), sus historia y leyendas, además de hacer un repasito a como es la conducción por aquí.



http://video.google.com/videoplay?docid=2168027191248845675

Paco, cordobés, 28 años (al menos en el video pone eso). Uno que dice que da clases de español y no se qué más.



http://video.google.com/videoplay?docid=8331644851603734446

Joaquín, sevillano, 41 años. Una revisión de la situación social y los terribles problemas de la población infantil, y algunos apuntes muy interesantes, como el tema de las castas, con los Jardines de Lodhi, en Delhi, como escenario.



http://video.google.com/videoplay?docid=-5103478157212644494

Manuel, de Almonte (Huelva), 30 años. Un paseo por las calles de Vieja Delhi, con un alto en la estación de trenes, repasando usos y costumbres de los indios, y tabues sociales difíciles de desterrar, como el tema de la homosexualidad.



http://video.google.com/videoplay?docid=1181424064620115324

Sarai, de Granada, 23 años. Aquí podréis ver su labor en un centro para niños discapacitados en Jaipur, hablando también de aspectos singulares de la cultura india, como son la devoción a las vacas y la práctica de la meditación.



http://video.google.com/videoplay?docid=3214094277172635485

Espero que os guste tanto como a mí, y a ver si por esta vez me dejáis algún que otro comentario, que me hace feliz :)

¡Saludos!

lunes, 16 de marzo de 2009

Holi: flipando en colores

Hace justo una semana se celebró en Delhi y en toda la India, uno de los festivales más populares junto con Diwali (finales de octubre), el festival de Holi. La gente celebra este día embadurnándose unos a otros con polvos de colores y lanzándose cubos de agua, también con colorante. Por suerte, se suelen usar productos naturales, no tóxicos, aunque hay casos en los que a la peña se le va la cabeza y utiliza pintura acrílica. En mi caso, bastaron un par de lavados para dejarme limpio e inmaculado, aunque aun, tras una semana, me quedan algunos resquicios de pintura en las uñas de los pies (menos mal que el rosa no me sienta nada mal).

El día oficial fue el miércoles 11, sin embargo la gente empieza a pintorrearse y a lanzar globos de agua desde los balcones un par de días antes. La ciudad se vuelve loca por unos días y todo se llena de colores. En mi oficina no podíamos ser menos, como no


La filosofia de la fiesta: tú me pintas a mí...


... yo te pinto a tí

Existen muchas leyendas en torno al origen de esta celebración. Una de las más populares cuenta que Lord Krishna coloreó a su amada Radha para demostrarle su amor. Este gesto se hizo muy popular y se convirtió en tradición. También es una fiesta asociada al inicio de la primavera y la oración a los dioses para garantizar una buena cosecha y fertilidad.


Pobre Gaurang, como lo dejamos


Que mamones

Sea cual sea el origen, la fiesta de Holi supone una explosión de alegría y buen humor para todo el mundo, y un buen momento para sacudirse algunos tabúes sociales y culturales. Un buen ejemplo de esto, es el consumo generalizado del bhang en este día. Se trata de un preparado elaborado con hojas y cogollos de cannabis, que se suele beber mezclado con almendras, leche, azúcar y especias.


Un vaso de brebaje mágico sujetado por un colega cuya identidad mantendré en el anonimato

Para ser fiel a la tradición (mamá, no leas esto), no tuve más opción que beberme un vasito antes de empezar la batalla de pintura. Más que nada lo hice, claro está, por respeto a las culturas y costumbres locales :) Los efectos posteriores, ya os los podéis imaginar. Se empieza por una euforia generalizada y desmedida, en la que todo el mundo está de un buen rollo impresionante y te ríes por cualquier cosa. Después de unas tres horas o así, empieza la bajada. A partir de aquí, hay varias opciones. O bien, sigues haciendo el gamba, o bien caes en redondo (como les pasó a algunos), o lo mismo te entra un hambre atroz, como me ocurrió a mi, y te comes hasta las guindillas.


Un morado al año no hace daño




A algunos no les sentó muy bien el viaje

Al llegar a casa me duché y, tras una siestecita de tres horas, me levanté como nuevo, aun con restos de pintura en varias partes de mi cuerpo, con una sensación estupenda. Y es que, a decir verdad, es el primer fiestón de este tipo que me pego desde que estoy en la India. Es lo que tiene Holi. Ya era hora, no todo iba a ser visitas a monumentos y viajes por caminos imposibles. Un desfase de vez en cuando tampoco viene mal.

sábado, 14 de marzo de 2009

Retorno a Renwal

Mi últimos dos días de viaje transcurrieron entre Kota, donde no pasé ni una mañana, y Renwal, el pueblo de Hemindra, al que quise volver después de mi hermosa experiencia en Diwali, al inicio de mi periplo en la India. Así pues, no había, en principio, nada más que me motivara ir allí, salvo la visita a este buen amigo y su familia, que con tanto cariño me ha recordado desde la primera vez que estuve en su casa.

De Kota, aparte del hotel bizarro en el que me alojé, me quedo con la imagen de dos vacas recostadas en mitad de la carretera, pasando de todo, y los vehículos esquivándolas como si tal cosa. Por lo visto, los tubos de los escapes de los coches emiten una sustancia que consigue espantar a las moscas. Así, no es de extrañar el ver a tantas al borde de las calzadas. Pero hasta ahora no había visto una imagen como esta:



Llegué al atardecer en tren a Jaipur, donde me esperaba Hemindra, y enseguida salimos hacia Renwal. El reencuentro con su familia fue bastante emotivo, casi como si me hubiera encontrado con la mía. Namastes varios, palabras y gestos afectuosos, pulseras y tilak de re-bienvenida. Me dio mucha alegría, la verdad, cuando volví a atravesar el umbral de su casa.

A la mañana siguiente, empezamos el día visitando la escuela del pueblo, donde trabaja uno de sus parientes. Colegiales curiosos y entusiasmados que abarrotaban aulas bastante austeras, con el material justo y necesario para poder aprender, al menos las habilidades básicas, como leer, escribir y hacer operaciones aritméticas, todo un privilegio si tenemos en cuenta las tasas de analfabetismo del país (29% en hombres, y 51% en mujeres, según la ONG Intermon Oxfam).

A pesar de que la educación primaria es obligatoria y gratuita, todavía hoy día se dan grandes tasas de absentismo escolar, debido en gran parte a la explotación laboral infantil, y al sistema de castas, que condena a miembros de determinados sectores a trabajar desde muy niños y ser un analfabeto toda la vida.





Para seguir apurando los últimos coletazos de estas estupendas vacaciones, nos fuimos en moto a Vijaypur, la villa natal de Hemindra, a pocos kilómetros de Renwal. Gran parte de la carretera estaba en obras, y otra parte era pura sabana. El viaje fue bastante singular, y nos encontramos con imágenes muy variopintas y escenas que rozaban el surrealismo.


Por lo que se ve, a los indios no les gusta eso de dar dos viajes


Mujeres en plena faena


Uno de los muchos obstáculos que tuvimos que sortear

Ya en el pueblo, fuimos a visitar a más parientes, y como siempre que entrábamos en una casa, una de las constantes y sempiternas tradiciones locales: el vaso de agua y la taza de chay (té con leche y especias) para los visitantes. Desde luego, los rajputs son un pueblo de costumbres muy arraigadas. Pueblo guerrero y altanero, tan feroz como hospitalario, este grupo étnico mantiene sus viejas tradiciones vivas a pesar del paso del tiempo y el empuje de la globalización, especialmente en las zonas rurales. Una de las cosas que más me choca es el tema de las bodas, concertadas por los padres de los novios. El padre del novio va a buscarle una mujer que sea compatible con su hijo, y que pueda pagar su dote. Por supuesto, la chica tiene que pertenecer a la misma casta que el varón. Ante mi insistente pregunta “¿Qué pasa si no te gusta tu futura mujer?”, Hemindra se limitaba a responderme con una sonrisa, “Me gustará, seguro que me gustará”.


Mujer cubierta con el tradicional velo


Típico hombre rajput, de los muchos que me fui encontrando por los caminos, con sus dos pendientes, bigote (símbolo de poder) y el turbante.

Y nada, que como dice la canción, todo tiene su fin, así que me despedí de Hemindra, su familia y Rajasthan, agradeciendo todo el trato recibido y con el deseo de volver, al menos una vez más antes de volver a España. Punto y final a un gran viaje que me ha dejado un buen sabor de boca; otra experiencia de vida más que me llevo en la mochila.

Por cierto, Hemindra está loco por ir a España a trabajar, de lo que sea. Para él lo fundamental es vivir allí durante un tiempo para así mejorar su español. No tengo ni idea de cuanta gente lee el blog, y con que regularidad, pero si por casualidad algún lector o lectora pudiera ayudarle de alguna manera, que me lo diga, por favor. Es lo mínimo que puedo hacer para echarle una manilla al chaval.

¡Muchas gracias!

Próximamente, la fiesta de Holi (el festival de los colores) y el relato de una preciosa boda hispano-india en la que estuve el pasado viernes.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Chittorgarh, el orgullo de los rajputs

Satisfecho y renovado tras un merecido descanso, dejé Udaipur por la mañana temprano, rumbo a Chittorgarh, ciudad famosa por su magnifica fortaleza. Mi estómago seguía tocadillo, pero no el espíritu ni las ganas de seguir descubriendo rincones. Conforme llegué a la estación, cogí un rickshaw directo al fuerte. Una vez arriba, existe la opción de seguir recorriendo la fortaleza con este medio, o bien alquilar los servicios de un guía con moto (yo me decanté por esto último). Ambas opciones son altamente recomendables, ya que los monumentos están bastante dispersos y alejados unos de otros.


Ruinas del palacio de Khumbat

La historia de la fortaleza ejemplifica claramente el carácter del pueblo rajput y su feroz resistencia ante las diferentes invasiones por parte de los mogoles. Se tuvieron que librar tres épicas batallas, hasta que en 1558, Akbar el Grande consiguió conquistar la capital del reino de Mewar. El maharana consiguió escapar y fundó un nuevo feudo en Udaipur. Sólo se salvaron los lohars, la casta de los herreros, que aun hoy día viven con el estigma de la cobardía y la vergüenza.


Templo de Khumbat Shyamji, al lado del palacio


Uno de los numerosos monos que merodean por las ruinas

El conjunto monumental se compone de diversos palacios (todos ellos en ruinas) y algunos templos bien conservados. Pero sin duda, la principal atracción es la torre de la victoria, una joya arquitectónica de 38 metros de altura, esculpida de arriba a abajo, construida en 1448 como homenaje a un importante triunfo militar rajput. Es posible subir hasta el último piso (cuidado con los escalones, que resbalan) y disfrutar de una estupenda vista.




Estanque sagrado, cerca de la torre


Haciendo amigos entre mis congéneres

Por lo demás, aparte de la fortaleza, la ciudad en sí no tiene ningún atractivo, así que al atardecer tomé de nuevo un autobús que me llevaría hasta Kota. El camino se hizo interminable, una verdadera pesadilla. Era de noche, pero por lo poquito que podía vislumbrar, en ocasiones me parecía que el vehículo circulaba por mitad del campo, sin carretera, ni señales ni nada... sólo arbustos, algún que otro cabritillo despistado y baches, muchos baches. Más que baches, trincheras.

Tras la odisea, llegué a Kota hecho fosfatina y con la imagen de una ducha y una cama como único pensamiento. Al final me metí en un hotel, con las letras en devanagari y los empleados sin idea de inglés. Supuso un buen examen, pues, para mis conocimientos de hindi, los cuales fueron suficientes para registrarme y conseguir un pequeño habitáculo, con cama, ducha y televisión por cable, a la que no le hice ni puñetero caso, a pesar de los esfuerzos del recepcionista por mostrarme las ventajas del aparato y su mando a distancia. Me acosté rendido y un pelín apenado porque el viaje estaba a punto de llegar a su fin.

martes, 10 de marzo de 2009

Udaipur, la ciudad de los lagos

En un escenario de película, rodeada de colinas, bañada con dos lagos, con calles estrechas, rebosantes de vida y escenas cotidianas, se halla Udaipur, uno de los lugares más visitados de la India, tanto por locales como por extranjeros. Sin llegar a fascinarme tanto como Jaisalmer, la visita me dejó un buen sabor de boca, y es de estos lugares a los que tengo que volver en un futuro no muy lejano, pero con la persona que quiero. Y es que, cuesta no acordarse de ella recorriendo tan romántico lugar.

Antes de iniciar la visita por los principales puntos de la ciudad, Jitendra me llevó en moto por los alrededores, a visitar su pueblo natal, a unos 20 kilómetros. Una experiencia sin par a través de la India rural. Previamente, habíamos visitado la escuela donde trabaja su padre. Son por estas cosas alternativas, por las que se agradece el contar con alguien local, todo un privilegio y una gran fortuna.







El principal monumento de Udaipur es el City Palace, el palacio más grande de todo Rajasthan, al que decidí no entrar por varios motivos. Primero, porque prefería pasar más tiempo al aire libre, disfrutando de tan estupendo día, no me apetecía mucho recorrer pasillos atestados de lujos y opulencias. Y segundo, porque quería dejar algo para una más que probable vuelta. Así que, pasamos del tema y nos decantamos por verlo desde el lago Pichola, por el cual hicimos un crucero de media hora. Genial, dan ganas de pasarse una tarde entera allí flotando. En el medio de lago, se encuentra el hotel Lake Palace, construido enteramente en mármol blanco. Uno de los más famosos (y caros) de la India.


Vista del palacio desde el lago




El hotel Lake Palace

Tras el fantástico paseo en barca, hicimos una pausa para refrescar el gaznate en el Mayur Cafe, desde donde se aprecian unas vistas inmejorables del templo Jagdish. Este magnifico santuario está dedicado a Vishnu, el preservador del Universo, y está rodeado por pequeños templetes dedicados a otras deidades. Todos sus muros están exquisitamente esculpidos con relieves de bailarines y músicos variados, y alguna que otra postura del Kamasutra.
En los alrededores del templo existen decenas de tiendas de artesanía, donde encontrar estupendas miniaturas, la especialidad local, hechas en seda, papel e incluso en mármol.




Interior del templo


Reposando bajo el elefante...


... o sobre él

Conectado al lago Pichola, está el Fateh Sagar, también artificial como el primero, a lo largo de cuyas orillas estuvimos dando un paseo. Este lago contiene tres islas. Una de ellas acoge el mejor observatorio solar de toda Asia.



Ya al caer la tarde, y para terminar la visita, echamos un vistazo a los jardines de Sahelion-Ki-Bari, muy bonitos y bien cuidados, en cuyo interior hay una especia de pabellón dedicado a la ciencias, con algunas cosas bizarras, como reptiles embalsamados o espejos deformadores, como los de las ferias.


Estanque central

Y al anochecer, cena con la familia de Jitendra, con la que disfruté de una magnifica velada, muy divertida y animada, a pesar del mal rato por tener que abstenerme de comer, entre insistencias y ánimos de la madre. Y es que por esa noche, preferí ahorrar a mis intestinos de una mal rato. Llevaba ya demasiada comida rajasthani encima, y los efectos se empezaban a notar. Así que nada, mucho líquido, y a la cama, a coger fuerzas para la aventura del día siguiente.

Vuelvo a concluir con palabras de gratitud, esta vez para Jitendra y familia, que se portaron fenomenalmente conmigo, y a los que aseguro que volveré a ver en el futuro, sin ninguna duda, pero esta vez acompañado, como todo el mundo desea. Aquí os dejo los datos de Jitendra, que ya está empezando a hacer sus pinitos como guía turístico. Os puedo garantizar que no os va a defraudar:

E-mail: jitendra.s.shaktawat@gmail.com
Teléfono: 9829156794