sábado, 14 de marzo de 2009

Retorno a Renwal

Mi últimos dos días de viaje transcurrieron entre Kota, donde no pasé ni una mañana, y Renwal, el pueblo de Hemindra, al que quise volver después de mi hermosa experiencia en Diwali, al inicio de mi periplo en la India. Así pues, no había, en principio, nada más que me motivara ir allí, salvo la visita a este buen amigo y su familia, que con tanto cariño me ha recordado desde la primera vez que estuve en su casa.

De Kota, aparte del hotel bizarro en el que me alojé, me quedo con la imagen de dos vacas recostadas en mitad de la carretera, pasando de todo, y los vehículos esquivándolas como si tal cosa. Por lo visto, los tubos de los escapes de los coches emiten una sustancia que consigue espantar a las moscas. Así, no es de extrañar el ver a tantas al borde de las calzadas. Pero hasta ahora no había visto una imagen como esta:



Llegué al atardecer en tren a Jaipur, donde me esperaba Hemindra, y enseguida salimos hacia Renwal. El reencuentro con su familia fue bastante emotivo, casi como si me hubiera encontrado con la mía. Namastes varios, palabras y gestos afectuosos, pulseras y tilak de re-bienvenida. Me dio mucha alegría, la verdad, cuando volví a atravesar el umbral de su casa.

A la mañana siguiente, empezamos el día visitando la escuela del pueblo, donde trabaja uno de sus parientes. Colegiales curiosos y entusiasmados que abarrotaban aulas bastante austeras, con el material justo y necesario para poder aprender, al menos las habilidades básicas, como leer, escribir y hacer operaciones aritméticas, todo un privilegio si tenemos en cuenta las tasas de analfabetismo del país (29% en hombres, y 51% en mujeres, según la ONG Intermon Oxfam).

A pesar de que la educación primaria es obligatoria y gratuita, todavía hoy día se dan grandes tasas de absentismo escolar, debido en gran parte a la explotación laboral infantil, y al sistema de castas, que condena a miembros de determinados sectores a trabajar desde muy niños y ser un analfabeto toda la vida.





Para seguir apurando los últimos coletazos de estas estupendas vacaciones, nos fuimos en moto a Vijaypur, la villa natal de Hemindra, a pocos kilómetros de Renwal. Gran parte de la carretera estaba en obras, y otra parte era pura sabana. El viaje fue bastante singular, y nos encontramos con imágenes muy variopintas y escenas que rozaban el surrealismo.


Por lo que se ve, a los indios no les gusta eso de dar dos viajes


Mujeres en plena faena


Uno de los muchos obstáculos que tuvimos que sortear

Ya en el pueblo, fuimos a visitar a más parientes, y como siempre que entrábamos en una casa, una de las constantes y sempiternas tradiciones locales: el vaso de agua y la taza de chay (té con leche y especias) para los visitantes. Desde luego, los rajputs son un pueblo de costumbres muy arraigadas. Pueblo guerrero y altanero, tan feroz como hospitalario, este grupo étnico mantiene sus viejas tradiciones vivas a pesar del paso del tiempo y el empuje de la globalización, especialmente en las zonas rurales. Una de las cosas que más me choca es el tema de las bodas, concertadas por los padres de los novios. El padre del novio va a buscarle una mujer que sea compatible con su hijo, y que pueda pagar su dote. Por supuesto, la chica tiene que pertenecer a la misma casta que el varón. Ante mi insistente pregunta “¿Qué pasa si no te gusta tu futura mujer?”, Hemindra se limitaba a responderme con una sonrisa, “Me gustará, seguro que me gustará”.


Mujer cubierta con el tradicional velo


Típico hombre rajput, de los muchos que me fui encontrando por los caminos, con sus dos pendientes, bigote (símbolo de poder) y el turbante.

Y nada, que como dice la canción, todo tiene su fin, así que me despedí de Hemindra, su familia y Rajasthan, agradeciendo todo el trato recibido y con el deseo de volver, al menos una vez más antes de volver a España. Punto y final a un gran viaje que me ha dejado un buen sabor de boca; otra experiencia de vida más que me llevo en la mochila.

Por cierto, Hemindra está loco por ir a España a trabajar, de lo que sea. Para él lo fundamental es vivir allí durante un tiempo para así mejorar su español. No tengo ni idea de cuanta gente lee el blog, y con que regularidad, pero si por casualidad algún lector o lectora pudiera ayudarle de alguna manera, que me lo diga, por favor. Es lo mínimo que puedo hacer para echarle una manilla al chaval.

¡Muchas gracias!

Próximamente, la fiesta de Holi (el festival de los colores) y el relato de una preciosa boda hispano-india en la que estuve el pasado viernes.

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