Una vez más ya estoy de vuelta de un intenso y tremendo viaje, uno de los más variados y lleno de anécdotas que he hecho nunca. En esta ocasión la zona elegida ha sido el norte de India, desde el comienzo del valle del Ganges hasta Dharamshala, pasando por la región del Punjab hasta Amritsar, cerca de la frontera con Pakistan. Una tierra de contrastes con escenarios de lo más variopinto: dos ciudades sagradas, un retiro en las faldas del Himalaya y un pueblo que lucha por mantener viva su cultura desde el exilio. En pocas palabras, otra apasionante y fabulosa experiencia que me encantaría empezar a relataros con más detalle durante los próximos días.
Bañistas en el Ganges a su paso por Haridwar
Panorama en Mussorie
He vuelto a viajar solo como de costumbre, y en este caso los destinos elegidos eran bastante idóneos para ello. Lugares mágicos llenos de encanto, ideales para reflexionar y sentirse a gusto con uno mismo. De todas formas, como ya me ha pasado otras veces, a lo largo del camino he ido encontrando diversas personas, tanto viajeros (muchos de ellos en peregrinación) como locales, algunos muy singulares, que me han ayudado cuando lo he necesitado y me han enriquecido con sus historias.
Puesta de sol en Rishikesh
En Amritsar, con el templo dorado a mis espaldas
Una de las cosas que he podido descubrir en estos días, vagabundeando por esos caminos, es que mi hindi ha mejorado bastante. He tenido más ocasiones de ponerlo en práctica que en el sur (allí hablan otras lenguas locales), y el resultado general no ha sido malo. Es curioso como la actitud de la gente, en especial mercaderes y transportistas varios, cambia en cuanto chapurreas dos o tres frases en su propia lengua. La gente te acoge aun mejor si cabe y uno se siente mucho más parte de todo este fascinante territorio.
Cartel reivindicativo en Dharamshala
Y ahora toca volver a retomar las clases y readaptarse de nuevo a la vida en Delhi, con sus calores y agobios, aunque con un ambiente de trabajo mucho más animado que en Bangalore (saludos a Marta y a los demás, espero que os esté yendo bien, con paciencia, shanti shanti). Ayer mismo empecé con un grupo nuevo, casi sin tiempo para descansar después de un viaje de vuelta de Dharamshala en autobús con avería incluida. Me ha dado mucha alegría el reencontrarme con los estudiantes y demás colegas de aquí, en especial con Antonio, al que le ha salido una oferta en China y se nos va dentro de poco.
No creo que con el tiempo que me queda ya aquí (mes y medio) me pueda llegar a dar un bajón como el de abril. Más bien, se trata ahora de exprimirle el jugo a todo esto, y aprovechar al máximo la estancia, disfrutando de lo bueno y plantarle cara a lo malo, siempre con humor. Además, todavía tengo ahí pendientes unos cinco días más de vacaciones para ir a Varanasi y Khajuraho, y la visita de rigor al Taj Mahal. Así que no habrá motivos para venirse abajo, en absoluto.
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