Este pasado lunes pude disfrutar, junto con Antonio, Siddhart (otro profesor) y algunos estudiantes, de uno de los últimos lugares imprescindibles que me quedaban por ver aquí: el archiconocido y legendario Taj Mahal. Una de las maravillas del mundo actual, situado en la ciudad de Agra, a tres horas de tren de Delhi. La que en su día fue la gloriosa capital del imperio mogol, es actualmente otra ciudad india más, sucia, contaminada y caótica. Debido a la presencia de tan magnífico monumento, es uno de los principales destinos turísticos del país, con lo que la presencia de timadores, vendedores y supuestos guías agobiantes, buscavidas, conductores de “autorickshaws” y demás escoria, prolifera de manera espectacular.
No se me olvidará nunca el recibimiento en la estación, con una marabunta de personas, peleándose entre si, cuales cuervos en busca de carroña, a ver quien era el primero en ofrecer sus servicios, ya sea en forma de conductor o guía. Menos mal que por allí andaba también Gopi, uno de mis estudiantes, que junto a su amigo (cuyo nombre no puedo recordar) nos acompañaron en todo momento, y nos ayudaron a negociar precios y a quitarnos de encima a los más insistentes.
Pese a todo, para quien visita la India es casi una obligación pasar por esta ciudad, aunque solo sea por un día, como hicimos nosotros. Vale mucho la pena, aunque solo sea por disfrutar en vivo de imágenes como esta:
Puerta principal
El Taj Mahal es un complejo arquitectónico donde destaca un enorme mausoleo, totalmente simétrico, construido enteramente en mármol blanco entre los años 1631 y 1653, bajo el mandato del emperador mogol Shah Jahan. Éste, totalmente destrozado por la muerte de su esposa preferida, Mumtaz Mahal (que significa algo así como “adorno del palacio”), prometió construir un monumento en su honor, el cual no pudiera igualarse a ninguno en el mundo. Como ningún arquitecto podía llegar a plasmar un proyecto lo suficientemente digno, el emperador mandó asesinar a la prometida del arquitecto más celebre del imperio, para que así pudiera comprender el dolor que se sentía. Tras ello, el arquitecto comprendió a la perfección la idea del mandatario, y así el insigne monumento empezó a cobrar forma.
El edificio central, que cobija las tumbas del emperador y su esposa, está decorado en su interior por versículos del Corán. Los dos sarcófagos de mármol del centro están vacios. Los originales se hallan en una cripta subterránea, cerrada porque se encuentra totalmente inundada.
El mausoleo está flanqueado por otros dos edificios. A la izquierda, hay una mezquita, y a la derecha, el jawab, una réplica exacta que hacía las veces de casa de invitados.
Detalle de una de las cúpulas de la mezquita
Rio Yamuna, a las espaldas del mausoleo
Existen varias leyendas e hipótesis en torno al Taj Mahal. Una de ellas dice que Shah Jahan planeaba edificar una copia idéntica al otro lado del rio, construida en mármol negro, para ser enterrado allí a su muerte, pero que al final su hijo Aurangzeb desbarató sus planes y acabó sepultándolo junto a su favorita.
Pero sin duda, la historia más repetida y difundida, aunque nunca ha llegado a ser demostrada, es aquella que dice que el emperador, tras acabar la obra, ordenó cortar las manos y cegar a todos los trabajadores que habían intervenido en el proyecto, para que así no volvieran a poder repetir ninguna construcción semejante que pudiera igualar al Taj.
Vista de los jardines
Aparte de por el Taj Mahal, Agra también es conocida por su Fuerte Rojo, que no visitamos por diversos motivos. Primero, entre el calor que hacía y el cansancio acumulado de los días anteriores, unido al madrugón para pillar el tren, necesitábamos reposar un rato. Segundo, ya estábamos cansados también de tanto pesado, con lo que optamos por alejarnos de la zona turística, y dar una vueltecilla por otras zonas menos concurridas.
Acabamos el día de compras en una de las más grandes y mejores tiendas de artesanía que he podido ver desde que estoy aquí, Oswal Arts (www.oswalonline.com), donde Gopi había estado trabajando unos años, con lo que nos hicieron un pequeño descuento. El sitio tiene prácticamente de todo, destacando los objetos de mármol, la especialidad de la región.
Impresionante réplica del Taj Mahal
Artesano en plena faena
Aunque no ha sido ni mucho menos el mejor lugar que he visitado nunca, no se puede negar que el conjunto del Taj Mahal es sencillamente precioso y que está lleno de magia en cada rincón. Pero el estupor ante la belleza presenciada se me pasó muy pronto, a decir verdad, y en cuanto le dimos una vuelta al mausoleo, ya no había mucho más que hacer allí. No digo con esto que su fama no sea para tanto, sin embargo prefiero los lugares que rebosan más vida.
De todas maneras, se trataba de pasar un buen día y pienso que lo conseguimos. Además, fue una despedida estupenda para Antonio, compañero y gran amigo, que a estas horas tiene que estar ya en suelo chino, empezando una nueva aventura. Para él va dedicada esta entrada. Te vamos a echar mucho de menos, campeón.
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1 comentario:
es impresionante verlo por foto,asi que imagino que estar ayi es escalofriante!! aver si al final no voy a descartar la india de mis proximos viajes...
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