Mi etapa india ya tiene fecha de despedida. El otro día compré el billete con el que el 7 de octubre volveré a España dejando atrás un año de aventuras y desventuras en este país. Me quedan pues todavía tres meses en los que seguir sacándole jugo a la experiencia, a poder ser visitando nuevos lugares, enriqueciéndome como persona, disfrutando de lo bueno, y aprendiendo de lo malo, soportándolo de la forma más estoica posible como llevo haciendo desde que llegué.
Es llegado a este momento cuando toca hacer de nuevo un pequeño balance de cómo están yéndome las cosas a nivel personal, y hablar un poquito de mis sentimientos y pensamientos con respecto a lo que me rodea. Cierto es que desde mi vuelta de Estambul en abril, he de reconocer que he tenido más la mente puesta en el futuro que me espera en Lituania junto a mi pareja, que en lo que estoy viviendo aquí. Incluso ha habido momentos de bajón en los que me he planteado tirar la toalla (sobre todo recuerdo aquellos días de abril y mayo en Delhi), y volver a Europa. Pero no, al momento he sabido reflexionar, abrir los ojos y darme cuenta de que la experiencia que estoy viviendo aquí es tan única e irrepetible que merece la pena saborearla hasta el final.
No sólo estoy aprendiendo muchas cosas sobre una cultura tan fascinante como la india, incluyendo su idioma, arte, música, etc, sino que a día de hoy sigo conociendo gente fantástica, personalidades singulares, valores a enmarcar, con los que con un poco de suerte podré mantener el contacto en el futuro. Ya a nivel personal, la experiencia me está ayudando a descubrir tanto mis fuerzas como mis debilidades, probando mi capacidad de reacción y mi nivel de paciencia en muchas ocasiones. También a nivel profesional, día a día me sigo formando como docente, mejorando en todos los aspectos, creando nuevas actividades, materiales, consolidando habilidades que van a ser mis mejores armas para garantizarme un buen futuro.
Ni que decir tiene que, una buena parte de esta actitud positiva, se debe al cambio de aires de Delhi a Bangalore. A pesar de que echo de menos a mucha buena gente en la capital, no cabe duda de que aquí se vive mejor. El tiempo es una pasada, se puede salir normalmente (aunque cierren todo a las 11:30 pm), y me alimento mejor (aunque he bajado a los 75 kilos). Las condiciones no pueden ser más favorables para disfrutar de este momento de mi vida. De todas formas, volveré a Delhi a mitad de agosto, más que nada porque aún me quedan algunos sitios relevantes a los que viajar por allí arriba.
Hablando de viajes, este domingo por la noche salgo unos días a recorrer el sur de la India, empezando por Kanyakumari, el extremo sur del subcontinente, confluencia de tres mares, uno de los pocos lugares desde donde disfrutar la puesta del sol y la salida de la luna al mismo tiempo. Vaya pedazo de aperitivo. Vuelvo el día 19, y en cuanto llegue me pongo a contaros que tal. Después de eso, escapadas aparte, aún quedarán temas de los que tratar, así que a esta ventana al mundo que es este blog, le queda cuerda para rato. Espero poder seguir enganchándoos a los que ya lo estéis, y despertar la curiosidad a los que todavía no han visitado estas páginas, que son tan vuestras como mías.
¡Un saludo!
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