viernes, 3 de abril de 2009

El Chaitra Navratri

Durante los últimos nueve días se ha venido celebrando en India el festival de Navratri (que significa “nueve noches”), el cual tiene lugar dos veces al año: una entre septiembre y octubre, y ésta en el mes lunar Chaitra, ubicado entre marzo y abril, y que supone el inicio del nuevo año hindú, además del comienzo del verano. En estos días se venera a la diosa madre Durga y sus correspondientes nueve formas, además de Lakshmi, diosa de la riqueza, y Saraswati, diosa del conocimiento.


La madre universal, Durga, y su león

Aparte de acudir a los templos a rendir pleitesía a las diosas, es habitual que los hindúes ayunen durante esta celebración, lo que, por lo que dicen, prepara al cuerpo para la estación veraniega. Por otra parte, este festival tiene un gran significado para los fieles en cuanto a oportunidad para el crecimiento personal y espiritual se refiere. Cada una de las tres diosas veneradas ayuda a subir un escalón más en la autorrealización individual. Durga se relaciona con la lucha contra lo diabólico y la protección del más débil. Lakshmi ayuda a satisfacer las necesidades materiales que nos ayuden en el cumplimiento de nuestros objetivos. Por último, Saraswati, aporta el poder del conocimiento y abre la puerta a la iluminación espiritual.


Saraswati tocando el sitar

La última jornada del Chaitra Navratri está dedicada a conmemorar el cumpleaños de Lord Rama, séptima reencarnación de Vishnú, y una de las figuras más importantes de la mitología hindú. Este día se conoce como Ram Navami, y suele comenzar con una oración al sol, y la representación de la boda entre Ram y Sita, su esposa, que a la vez es un avatar de Lakshmi (si, la cosmogonía hindú no es nada simple, la verdad). Luego, se sacan ambas figuras en procesión por las calles, acompañadas de otros muñequillos (aquí llamados murtis) que representan a Lakshman, el hermano de Ram, y Hanuman, el dios mono.


Algunos murtis que me he encontrado por las calles

Yo, por mi parte, he acudido esta misma tarde a ver lo que se cocía por uno de los templos más visitado estos días, el Jhandiwala Mandir. Aparte de centenares de personas recitando canticos al tiempo que hacían cola para realizar sus ofrendas, no he logrado ver nada interesante. Y es que no me han dejado acceder hasta el interior del templo. Por lo visto, era una ceremonia exclusivamente reservada para los hindúes, y el de seguridad no estaba por la labor de que se colasen curiosos infieles. Así que me he ido a dar una vuelta por los alrededores, donde una vez más, he podido presenciar escenas curiosas, no exentas del habitual bizarrismo.


Cualquier lugar es bueno para levantar un altar



No sé si volveré a publicar algo antes de irme a Estambul, a mi particular "pasión turca", pero por si acaso me despido hasta mediados de mes. ¡Un saludo y que disfrutéis las vacaciones!

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